martes, 22 de abril de 2008

A Day In The Life

26 detestables grados según el termómetro que colgaba de la pared del comedor.
-¿26?- pensó -mas bien se sienten como 40-

La temperatura no era lo único que lo perturbaba, la tarde en si no había salido como esperaba. Primero, la señora de la limpieza no se había presentado en su primer día, y vaya que hacía falta una limpiadita, mes y medio sin siquiera un trapazo. Quizás una ocasional "arreglada" de cables y triques consistente en hacerlos a un lado para que no estorbaran y sacar la basura de vez en vez, pero algo que se pueda llamar limpiar, no.

El recuerdo de la tarde fluyó lentamente hasta arriba de la pila de sus ideas. -Me estoy desviando-. A las 3:40 salió apresuradamente del baño escurriendo agua fría producto de la falta de gas, rapidamente se secó la que pudo y entre saltos y maldiciones logró vestirse con su boxer y unos viejos pants que estaban botados por el cuarto, corrió desesperado gritando "van" para que al llegar y asomarse a recibir quien había tocado con tanta insistencia se encontrara con que aquél insistente "toc toc toc" era el ritmo irregular de un martillo siendo esgrimido contra la pared de la casa vecina. -Demonios, hoy no es mi día- se dijo a si mismo mientras regresaba a terminar de vestirse.

Estaba casi listo para partir al diario paseo en bicicleta.
-Reloj, cartera, agua, música... música... música- La memoria lo golpeó con un recuerdo: El reproductor estaba en el automovil de su padre, y su padre en el trabajo. -Ok- dijo resignadamente, sacó su bicicleta, echó el cerrojo a la puerta de la casa y se alejó pedaleando.

...


Otra vez salía del baño, esta vez sin derramar agua por todas partes, se alistó y partió a ver a cierta mesera de cierto café que es capaz de con una mirada arrancar una sonrisa tímida pero sincera de sus labios y mantenerla por tiempo indefinido. Ella es de esas personas que dejan huella. Quizás sea su voz, equiparable al sentimiento de escuchar un disco de los Beatles, o sus ojos que expresan sinceridad al mirar, o quizás sus labios, con los cuales enmarca las palabras de su libre pensamiento y libertad ante la vida, o muy probablemente sea la mezcla de todas estas y mas cosas que la hacen un deseo proveniente de un sueño.

La chica estaba presente en su pensamiento, mas su ausencia física fue lo que colmó el vaso. Regresó a su casa decepcionado, se sentó frente a la panatalla que iluminaba con una luz tenue la por demás obscura habitación y tecleó:

"26 detestables grados según el termómetro que colgaba de la pared del comedor..."

3 comentarios:

Noemí dijo...

uuuuu que día tan malo

Anónimo dijo...

Yuyin!

Anónimo dijo...

Es un ciclo!!!