Estoy casi seguro que todos ustedes, lectores, conocen lo que es ese placer de usar una prenda nueva. La suavidad de la tela, el disfrutarla casi sin pliegues y ese olor que nos embriaga con su mezcla de almacenaje, cartón y ese indescriptible elemento que hace que queramos que nunca se desvanezca ese aroma a nuevo.
Pues resulta que el otro día (en verdad fue hace mucho tiempo) me compré una camisa. Realmente el hecho de comprarme ropa nueva es algo que pasaba con la misma frecuencia con la que se rompe el record guinness de escupir grillos a la mayor distancia posible, por lo que esperaba la ocasión idonea para estrenarla. Así pasaban los días, mezcla de anhelo y paciencia, aguardando a ese momento idóneo en el cual tomar la virgnidad de mi camisa. La espera se fue prolongando, mientras que yo en cada ocasión que tenía a solas usaba la oportunidad para probármela y asegurarme que todavía mantenía ese olor y me provocaba ese placer visual la manera en que se ceñía sobre mi cuerpo.
Finalmente, después de lo que a mi parecer fueron eones, ese momento tan lárgamente soñado llegó. Todo salió tal cual lo había planeado: elegí mi pantalón, limpié mis zapatos, incluso me bañé! Se encontraba todo listo, hasta el último detalle fue cuidado. La pulcritud y perfección me hicieron su insignia ese día, y yo retrasaba el placer siempre un poquito más, igualando el esfuerzo que el hombre impone en la postergación de su orgasmo durante el acto sexual con el fin de alargar el placer de su pareja.
No pude esperar más, me rendí a sus encantos. me dirigí hacia un espejo, la tomé con la mayor delicadeza entre mis manos y la vestí. Todos mis miedos se esfumaron en ese momento al encontrarse con la noticia de que carecían de fundamento, todo era igual que como en las otras ocasiones, todo encajaba en su lugar. Repentinamente fui presa de un pánico hacia lo no planeado, de ese horror que imprime la impotencia. Un olor agrio activó mi memoria olfativa, golpeándome con la cruenta realidad de lleno en la cara: Mi camisa apestaba a sudor, producto de todas las veces que me la probé y la guardé, esperando la utopía temporal.
Y ya me tuve que poner una playera y todo se fue a la chingada.
miércoles, 13 de mayo de 2009
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6 comentarios:
been there, done that.
y también que a veces compro blusas con las cuales me veo más delgada, entonces me las pruebo muchas veces para verme al espejo, y cuando por fin es el día en que saldre, resulta que estan todas aguadas, arggg :@
saludos puto
Jajajajaja nerdest aguada las vaginas y las blusas.
A mí lo que me pasa es que soy comprador compulsivo. Y tengo dos que tres pendientes para estrenar y resulta que siepre sigo saliendo con las mismas dos playeras de siempre. La blanca con rayas rojas como la de gezeto nunca falla.
Saludos
gezeta ni tiene ropa
gasta toda su comida en ingredientes super caros para hacer comidas superrr finas, y toma vino tinto. pero ni ropa tiene jajaj
humm...
yo soy totalmente impulsivo...
la estreno tan pronto se pueda...
..
la ropa..
-...
también..
Tanto tiempo sin estrenar ropa, creo que tengo ropa que vivio la caida del muro
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