Heme aquí, volviendo a los orígenes de este "diario" que inicié cuando pensaba que no habría vida después de tí.
No es que haya vida, sino que no existe ese "después" prometido, al menos aún no.
Todo se resume a este fin de semana, cuando (según me dijeron) me levanté - aún dormido - repitiendo desesperadamente tu nombre cuando pensabamos que estaba temblando.
Recuerdo que hace un par de semanas le decía un amigo "si "ella" me habla por teléfono diciendo que tiene un problema, sé que iría aunque no debo ni tengo por qué". A pesar de que este comentario tendía a demostrar un paralelismo de reacción en situaciones similares con el fin de tranquilizar a mi interlocutor, para mi el externarlo fue toda una revelación.
Así pues, cuando mi amiga me preguntó en la mañana "¿sentiste el temblor?" después de mi respuesta negativa, procedió a relatar la manera en que me levanté y entre sueños murmuré un nombre de mujer, por lo cual, sin dudarlo, pronuncié el tuyo y ella asintió al ser interrogada si ese era el mismo que yo había recitado la noche anterior.
Me vi obligado a explicarle nuestra historia, muy a grandes rasgos, obviamente, ya que nuestra historia es digna de un libro. Tantos momentos, detalles, tristezas y complicidades establecidas en las calladas miradas que nos unían, silenciosas en palabras y aún así expresaban tanto. No pude evitar soltar un par de lágrimas, pero no más, ya que llorar cada vez se ha vuelto algo más ajeno a mi. Te has vuelto como un corcho que evita que todo lo que me ha pasado desde nuestra separacion salga, a sabiendas de que cuando lo haga probablemente será como en las botellas agitadas.
Finalmente sé que ya no eres tú hoy, ahora, lo que quiero, si no lo que fuiste, fuimos, y seremos siempre(al menos en mi cabeza). Te amé. No sé si lo sigo haciendo, aún así, te extraño y eres todo en muchos aspectos para mi. No he podido volver a ver la poesía en cada soplo del viento como cuando tú estabas a mi lado, y a pesar de que no puedo evitar buscar esa felicidad que teníamos de nuevo, sospecho que quizás no la encuentre de nuevo.
Aún queda tanto que quiero decir, pero no sé como ordenarlo, ni expactamente qué, así que, por hoy, derá suficiente